Madremia, lo que me pasó ayer, no os lo poeis ni imaginar...
Ibamos Juan y yo de camino al templo a la misma hora de siempre cuando nos encontramos a un hombre tullido desde nacimiento al que ponian diariamente a pedir dinero.
Se acercó a nosotros y yo le sorpredí diciendole: ``Miranos´´. El hombre extrañado espero recibir algo y e espeté: ``No tengo ni plata ni oro, pero te doy lo que tengo´´ Entonces me sentí con fuerzas, lleno del Espíritu Santo y le dije: ``En nombre de Jesucristo echa a andar´´, le tendí la mano, le ayude a levantarse. Sus piernas se hacian fuertes y le permitian aguntarse de pie y caminar.
Nos acompañó al templo donde la gente lo miró, miró a aquel hombre que dia a dia les pedia dinero y se quedaron asombrados.
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